Una curiosa reflexión que siempre he hecho es el origen de la expresión “jugar a la bolsa” en una forma de expresarse que recuerda más a un casino que no a un sistema de valores tan estadístico y milimétrico. Hoy en día, aquellos que quieren orientar su carrera profesional a la bolsa y todo el negocio que mueve a su alrededor suelen cursar un grado en economía o en ADE como carreras donde se imparten clases orientadas exclusivamente a este campo donde posteriormente ir haciendo prácticas y demás incursiones. ¿Quieren jugar o quieren ganar con la bolsa?.
Jugar o ganar en bolsa parece como si el origen de la expresión “jugar a la bolsa” tenga una doble connotación histórica. Por una parte podría interpretarse como un consuelo para aquellos que han perdido cuantiosas cantidades de dinero en bolsa y que, bajo el manto de juego, se escudan para apaciguar el sentimiento de frustración o fracaso que puedan haber experimentado. Por otra parte, los verdaderos lobos de la bolsa podrían definir el juego de la bolsa como su pasatiempo con el que ganar dinero con la inversión de otros empresarios y empresas de cualquier rincón del mundo y sector económico ¿Cuánto interviene el azar o intuición? En bolsa nadie es capaz de ganar siempre, ni los mejores expertos, si no tienen algo de información privilegiada (teóricamente prohibida a la hora de invertir en bolsa). Y es que los estudiosos que han tratado de poner ciencia en los altibajos bursátiles siempre han acabado cayendo en el saco de la falta de respaldo estadístico.
Los chartistas tal vez hayan sido los que más revuelo causaron hace unas cuantas décadas, pero que acabaron también por sucumbir ante la falta de constancia en sus ganancias y previsiones. La información privilegiada, por otra parte, se convierte en una sombra que sobrevuela ciertos inversores poco precavidos o necesitados de ganancias para asegurarse un crecimiento profesional. Está prohibido por ley y penado utilizar información clasificada para hacer cambios en la estructura de inversiones personales o de clientes, ahora bien, como muchas otras cosas, sabemos que existe.
Tal vez sea esta falta de previsión y este carácter no estadístico de la bolsa la que la convierte para los profesionales en un verdadero juego en el que hay mucho que ganar, pero también mucho que perder. Y como todos sabemos, a más riesgo más distantes pueden ser estos extremos.